El viaje de Elías es un modelo para cada uno de nosotros de nuestra peregrinación cristiana. Cristo es nuestro árbol en el desierto, la Eucaristía es nuestra comida desde el cielo. Cuando la humanidad pecó contra Dios lo que era un jardín bello y fértil se hizo un desierto árido de muerte. El pecado y la muerte son plagas de la humanidad, pero Dios responde con un árbol en medio del desierto, vida creciendo entre muerte. En nuestro andar por el desierto de pecado, venimos a descansarnos bajo las ramas de consuelo, cansados de nuestro viaje espiritual y necesitamos nutrición. Estamos dado una comida especial salvífica para continuar nuestro viaje al Señor, para continuar nuestros cuarenta días largos por nuestras vidas. Eso no cualquier pan. Es un pan que ha sido dado a nosotros. Es el pan que emergido de un sacrificio. Este pan es el cuerpo de Cristo, “carne par la vida del mundo.” Igual que el pan tiene que ser partido para ser compartido, así el Cuerpo de Cristo fue partido en la madera de la cruz para dar vida a los atrapados en el desierto seco de pecado. Esta como ha emergido como una ofrenda voluntaria, no solamente de una persona sino de Dios mismo. Solo Dios puede crear la vida en el baldío de pecado. Solo Dios puede nutrirnos correctamente en nuestro viaje por el desierto volviendo a él mismo. El mundo continuamente busca una alegría y paz duradera., significado y libertad. Todos esfuerzos que se encuentra afuera del Señor han fracasado. Los partido políticos han fracasado, reyes han fracasado, las diversiones tienen solamente unas explosiones de placer que pasan rápidamente. Ciertas filosofías que han emergido desde el mundo han puesto a la gente al centro de un universo enfocado en ellos que ha traído destrucción y miseria. Como los israelitas en el desierto, el mundo ha dicho, “Estamos cansados de esta comida miserable.”
La Eucaristía es la respuesta de Dios al mundo cansado de su viaje por el desierto. Somos una Iglesia Peregrina y la Eucaristía es nuestra comida peregrina. No solamente nos conduce a Dios, es Dios, el que da nutrición al alma. Dios nos da comer de sí mismo, con la sangre de su propio sacrificio. Sin este sacrificio, el mundo se quedara un baldío desolado de pecado. La carne dada por la vida del mundo nos da nutrición, en Dios es nuestro lugar de descanso. Por eso la Eucaristía es referida por la Iglesia como fuente de nuestra fe y la alteza de nuestra fe, porque de ese sacrificio de Cristo todo viene y nuestra fe siempre nos conduce a Cristo como el que da vida en el pan del cielo.